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Destripando el mercado tipográfico: los descuentos en tipografías

Hace tiempo que buscaba tiempo para escribir este informe. Los descuentos del 90% durante los lanzamientos de nuevas tipografías se han popularizado bastante y ya se están alzando voces en contra. Veamos cuál es el mecanismo detrás de estas tácticas y si nos interesa para marcar nuestras estrategias de precios.

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Todo empezó con Axel, una familia de  cuatro pesos diseñada por Erik Spiekermann, que se vendió en FontShop Germany por 20€, un 75% de descuento. Dos años después, a mediados de 2011, Hannes von Döhren (HVD Fonts) lanzó en MyFonts Pluto, una de mis favoritas de los últimos 10 años, con un 80%; la familia completa, que cuesta 240€, se puso en oferta a menos de 50€. Fue un éxito de ventas y Pluto se sigue vendiendo sin descuento con bastante fluidez desde entonces. No sabemos qué habría pasado de no haberse vendido con el descuento pero lo cierto es que la promoción catapultó a Pluto a la cabeza de la lista de más vendidas y automáticamente apareció en la newsletter de MyFonts.

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El éxito de Pluto animó al resto de fundiciones y hoy por hoy podemos hablar de epidemia de descuentitis: ahora mismo una rebaja del 90% durante el lanzamiento es una práctica habitual en MyFonts y más aún, las ofertas especiales cada vez son más frecuentes y se vuelven crónicas. Unos pocos valientes se resisten intentando luchar por la atención de los clientes con otras armas: diseñar productos de calidad, diferenciarse de la competencia, resolver problemas de su público objetivo e incluso gastar dinero en marketing. En ellos es común el descontento por la descuentitis reinante:

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Otro ejemplo: Pablo Cosgaya jugando con la famosa cita de Bertolt Brecht Martin Niemöller, «A mi no me importó»:

Primero hicieron descuentos del 50%, pero a mí no me importó porque confiaba en la calidad de mis trabajos y de ese modo aparecía mejor posicionado en las promociones mensuales.

Después hicieron descuentos del 75% pero a mí no me importó porque el mercado era grande y había lugar para todos.

Luego hicieron descuentos superiores al 90% pero a mí tampoco me importó porque no le tenía miedo al dumping.

Ahora están llamando a mi puerta…

¿Es lícita y ética la guerra de descuentos en el mercado tipográfico?

Estamos en un mercado libre de modo que cada fundición puede marcar sus estrategias de precios y promociones como desee. Otro asunto es si esas prácticas constituyen un caso de dumping o competencia desleal, cosa bastante difícil de demostrar porque estamos tratando con un producto digital: la definición clásica y ortodoxa es bastante antigua y establece que podemos hablar de dumping cuando un producto se vende en el mercado exterior a un precio inferior al fijado en el mercado doméstico (Jacob Viner, 1923) o por debajo de coste. Con la globalización el dumping se convirtió en algo tan habitual —piensa en cualquier producto chino y cómo han reventado los precios en nuestro país— que los políticos andan detrás de una redefinición del término para poder aplicar aranceles a determinados productos que vienen de fuera. Pero en un producto digital no hay importación ni exportación, hay un mercado único que es internet; no hay nada que proteger porque no existe el mercado doméstico, y tampoco es fácil determinar el precio de coste de un producto digital puesto que la copia es prácticamente gratuita (coste marginal cero, es decir, el coste de producir una unidad adicional).

Esta nueva sociedad que estamos pariendo entre todos, la sociedad de coste marginal cero (os recomiendo la lectura del libro de Jeremy Rifkin), favorece la aparición de este fenómeno de la descuentitis: la oferta de lanzamiento busca cubrir cuanto antes los costes totales de fabricación aumentando el número de unidades vendidas a menor rentabilidad; una vez cubierto el coste, todas las copias vendidas a partir de entonces serán 100% beneficios. La oferta, según esta estrategia, se vuelve un mal necesario por alguno o varios de los siguientes motivos:

  1. Exceso de ruido: hay tantas tipografías que cada vez es más difícil sacar la cabeza y un fuerte descuento es una herramienta muy efectiva para conseguirlo.
  2. Falta de singularidad: siento decirlo pero es que casi todas las tipografías que se diseñan hoy son iguales… desgraciadamente los tipógrafos capaces de hacer algo diferente no abundan. La consecuencia es clara, si mi producto no tiene mucha personalidad podrá diferenciarse por precio.
  3. Crisis: la falta de medios crea huecos que son ocupados rápidamente por los más «listos» de la clase; por ejemplo hay necesidad de usar Gotham pero no hay dinero para comprarla, con lo que un refrito de Gotham a precio de saldo tienen una oportunidad clara de conseguir una venta. Los que visitan MyFonts de vez en cuando entenderán lo que digo. Otro perfil de consumidor es el que compra sólo dos o tres pesos de una tipografía porque no le alcanza para la familia completa; las mega-ofertas rompen esa barrera con facilidad.
  4. Ampliación del mercado: hasta hace bien poco los únicos compradores de licencias eran diseñadores, desarrolladores de aplicaciones y empresas con necesidades de tipografía corporativa; ahora todo el mundo reconoce, recuerda y diferencia la Arial, Calibri, Comic Sans y unas cuantas tipografías más. El usuario final (consumidor) se ha convertido en creador y productor (prosumidor), y sobre todo gracias a Google Fonts se ha popularizado el uso y la elección de tipografías dentro de un amplio catálogo. Cuando ese gran público se acostumbra pasa a ser público objetivo para las mega-ofertas, pues pasar de lo gratis a los 250€ por familia es bastante difícil.

Si te fijas a los diseñadores de más renombre no les afectan estos problemas: algunos, como Hoefler&Co, ni siquiera venden en MyFonts o cualquier otro distribuidor (reseller). La mayoría fijan unos precios en la parte alta de la horquilla y si usan políticas de descuentos son muy breves y no superan el 30%.

También hay un cada vez más nutrido grupo de diseñadores que optan por publicar en abierto (opensource) sus tipografías, trabajar sólo tipografía corporativa por encargo o vender sus creaciones a terceros (Google Fonts) para que las distribuyan gratuitamente.

¿Hay alguna solución o posibilidad de dar marcha atrás?

Me temo que no, es un proceso imparable y sólo sigue la lógica del nuevo sistema. Los tiempos están cambiando. Puede que no nos guste, y creo que es seguro que la descuentitis nos arrastra irremediablemente al hundimiento de los precios de la mayoría de las tipografías —pan para hoy, hambre para mañana, que dice el refrán español— pero no podemos ponerle puertas al campo.

Si quieres pertenecer al exclusivo grupo de fundiciones que se libran de los efectos de la descuentitis creo que la solución pasa por darle la vuelta a la lista anterior:

  1. Exceso de ruido: dado que no podrás eliminar el ruido tu única opción será sacar la cabeza a base de calidad, conseguir que tu trabajo aparezca en las newsletters por su propio interés, cultivar buenas relaciones (networking) en la industria y mantener una marca coherente, constante y creíble. Un buen especímen web puede ayudarte sin duda.
  2. Falta de singularidad: intenta que tu tipografía ofrezca una solución o que sea diferente a lo que ya existe en el mercado. Será mejor que lo estudies un poco antes de lanzarte y que entiendas lo mejor posible a tus posibles compradores; si tu producto es justo lo que están buscando, el precio no será un obstáculo.
  3. Crisis: estudia muy bien el precio máximo que estarán dispuesto a pagar tu público y acércate lo más que puedas a él. Ofrece descuentos no superiores al 50% y por poco tiempo, especialmente para premiar la fidelidad o la difusión de tu trabajo, no queremos devaluar nuestro trabajo.
  4. Ampliación del mercado: mantente alejado del mercado masivo, tanto como puedas. Las reglas que lo rigen son distintas.

Si no puedes con tu enemigo, únete a él

Otra opción es abrazar el cambio, aceptar las nuevas reglas, disfrutar de las branquias que te están saliendo (te recomiendo el libro Los bárbaros: ensayo sobre la mutación de Alessandro Barico) y zambullirte en el fango dispuesto a pelear como un valiente. En este blog tienes ejemplos de amigos que ya están en el camino

Ahora lo ideal sería que compartieras en los comentarios tus experiencias con descuentos y promociones similares, de esa manera podemos enriquecer entre todos el artículo y ofrecer una visión mucho más amplia.

Si quieres seguir la discusión en inglés:

A mí no me importó

Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó
porque yo no era comunista.

Enseguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó
porque yo tampoco era obrero.

Después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó
porque yo no soy sindicalista.

Luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso
tampoco me importó.

Ahora me llevan a mí pero ya es demasiado tarde.

—Martin Niemöller

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Cómo ganar dinero con la tipografía sin vender una sola licencia: el caso Omnibus Type

No hay nada que me guste más que poner ejemplos de cómo hacer las cosas de un modo diferente, especialmente en una época de cambio como la que tenemos la suerte de vivir. En el mercado tipográfico no todo es vender licencias de tus fuentes, siempre hay alternativas válidas aunque discutidas por gran parte del sector. Te presento una entrevista que le hice a Pablo Cosgaya, miembro fundador de Omnibus Type, que llevan unos años dedicándose a diseñar tipografías open-source con bastante éxito tanto de público como de ingresos:

Ganar dinero con la tipografía

[Daniel] Quizás habría que empezar por el contexto, cómo nace Omnibus, para dar pie a contar el resto.

[Pablo] Omnibus-Type es una fundición tipográfica digital colaborativa creada por Marcela Romero y Pablo Cosgaya en 2011. Surgió con el propósito de producir y publicar tipografías para impresión y para uso web respondiendo a la demanda de usuarios directos y encargos comerciales como los de Google Fonts. Hasta el momento, hemos publicado 9 tipografías o familias tipográficas: Archivo Black, Archivo Narrow (4 fuentes), Asap (4 fuentes), Bahiana, Barrio, Chivo (8 fuentes), Rosario (4 fuentes), Sansita (8 fuentes) y Unna (4 fuentes).

Contamos con la colaboración de varios profesionales: diseñadores tipográficos, diseñadores gráficos, programadores. Hasta el momento, los encargos recibidos nos permitieron producir tipografías de calidad y distribuirlas según licencias SIL Open Font que permiten el uso comercial, la copia, la transformación y redistribución siempre citando las autorías y sin fines de lucro.
Este año, a partir del lanzamiento de las tipografías Bahiana y Barrio, sumamos en www.omnibus-type.com la posibilidad de recibir donaciones a través del sistema Paypal. La página de cada tipografía permite donar a voluntad a los visitantes que así lo dispongan. Esta recaudación nos permitirá seguir adelante con nuevos proyectos y ampliar los productos ofrecidos.
Una vez producida la fuente, nos interesa probar alternativas de comercialización poco exploradas: intercambios, donaciones, reunión de fondos, suscripciones, proyectos por encargo. Cómo aprovechar la vinculación de las redes sociales, la participación de la gente, el intercambio de proyectos con intereses comunes.

¿Por qué optasteis por la licencia SIL?
La licencia SIL Open Font License permite la distribución de los archivos, reservando los derechos de los autores de las tipografías. Promueve la producción colaborativa, la circulación abierta y la mejora de los productos. Fue desarrollada por Nicolas Spalinger y Victor Gaultney para el Summer Institute for Languages* y, junto con las licencias Creative Commons es un aporte valioso a la producción de tipografía libre.

Sí pero SIL no es la única licencia que permite todo eso, ¿la elegísteis por algo más, un consejo quizás?

La licencia SIL nos permite lo que necesitamos y estamos conformes. Si te interesa aconsejarnos un modelo alternativo, bienvenido sea y lo estudiaremos.
En relación a las licencias libres, puede resultar difícil de entender que otro colega tiene permiso para modificar los archivos. Por ejemplo, la versión en línea del diario deportivo AS (Grupo PRISA) utiliza masivamente en los títulos una versión modificada de Asap, familia tipográfica de nuestra fundición digital. El uso y la modificación están permitidas por la licencia, pero AS igual comete una infracción: no menciona que la nueva tipografía está basada en Asap, ni informa sobre la autoría de Asap ni remite a la fundición Omnibus-Type. Pese de la enorme libertad de la licencia SIL OFL, los responsables de AS vulneran nuestros derechos.

En su momento, discutimos sobre dar o no permiso para que nuestros productos y desarrollos pudieran ser modificados y nos inclinamos por una decisión afirmativa. Es por eso que nos parece importante que todos quienes usen las fuentes y más aún si las modifican nos lo avisen y nos envíen muestras de sus aplicaciones. De este modo, los proyectos se alimentan y crecen.

Otra licencia que elegimos es Creative Commons Atribución-Compartir Igual 2.5 http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5/ar/ usada en proyectos de distribución libre y gratuita como la biblioteca de material educativo OERT (Open Educational Resources for Typography). Si te interesa conocer más sobre ese proyecto, podés visitar la página http://www.oert.org/el-proyecto/

Unna-font

¿Y por qué Google Fonts?
Google impulsó encargos directos de tipografía libre para uso en impresos y en web. Involucró a diseñadores y fundiciones incipientes, pero también a profesionales de primera línea. Algunas de las compañías más grandes, que inicialmente cuestionaron la iniciativa, recientemente han firmado acuerdos con Google Fonts. Este escenario, para nosotros tan inevitable como beneficioso, se encuentra en pleno desarrollo.

Otra pregunta, ¿cómo surge el contacto con Google? También puede ser interesante para los lectores que se quieran animar…
En 2011, un equipo de asesores y colaboradores del proyecto Google Web Fonts (hoy Google Fonts) visitó la Universidad de Buenos Aires para llevar a cabo tareas de difusión e intercambio con profesores y estudiantes de la Carrera de especialización en Diseño de Tipografía (CDT-UBA). A partir de ese fructífero vínculo, el proyecto Google Fonts expresó su interés en la producción tipográfica local y se decidieron a colaborar con el desarrollo de numerosos proyectos (fuentes tipográficas individuales y familias tipográficas completas) que finalmente fueron publicadas en 2012 y 2013 en el directorio www.google.com/fonts

También me interesaría saber qué tal van las donaciones, pues ya he expuesto otro caso (el de la Valentina de Pedro Arilla) y podría tener más argumentos en favor de este sistema. Cuantos más datos y cifras demos más diseñadores podremos sumar a nuestra causa.
Durante la etapa de lanzamiento las donaciones para cada proyecto alcanzan su punto máximo. El monto promedio de las donaciones ronda los 10 dólares por fuente. Ya hemos cubierto los costos de desarrollo de los últimos dos productos (Bahiana y Barrio), hemos completado el desarrollo una familia corporativa y estamos trabajando en la expansión de Asap y Archivo Narrow para la escritura de un país asiático.

También recibimos donaciones como forma de retribuir soluciones a necesidades específicas, como la expansión de juego de caracteres de familias y tipografías. O el desarrollo de variables nuevas para crear familias completas. O la inclusión de signos especiales para variantes personalizadas. Esos clientes suelen preferir que no se difunda mucho su identidad ni los importes donados, aunque puedo informarte que los importes en este tipo de encargos son mayores al promedio (de US$50, de US$100, hasta de US$2000).

La familia Rosario (Regular, Italic, Bold y Bold Italic), publicada por Omnibus-Type y Google Fonts en 2011, fue refinada en 2013 y ha sido publicada por Typekit.com en forma libre y gratuita.

Como puedes ver en la entrevista no hay una única manera de ganar dinero con la tipografía: la gente de Omnibus optó por un modelo mixto basado en donaciones + encargos corporativos + patrocinio de Google. Quizás no se hayan forrado —sinceramente no creo que ese sea su objetivo— pero han conseguido que muchísima gente use sus creaciones y empezar a ganarse la vida con ellas. En próximos capítulos: el caso del diario AS y una revisión a fondo del mercado tipográfico (politicas de descuentos, monopolios, dumping y demás).

El equipo de Omnibus-Type está integrado por Marcela Romero, Nicolás Silva, Héctor Gatti y Pablo Cosgaya, con la participación de Jorge de Buen Unna, Sergio Jiménez, Daniela Raskovsky, Ana Sanfelippo, Alejandro Sánchez Menéndez, Diego Ramos, Rodrigo Fuenzalida, Pablo Ugerman y Pablo Impallari, entre otros. Muchos de los desarrollos de nuestro proyecto cuentan con la colaboración y el asesoramiento de Google Fonts.

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NO se acabó lo de trabajar gratis

Esta entrada es mi respuesta en profundidad al artículo «Se acabó lo de trabajar gratis», donde se aborda un tema sumamente complejo con un enfoque totalmente parcial y generalizador que, según mi opinión, puede confundir a la gente que está empezando su carrera profesional.

Foto de Andrew Mager

Escribo esto sin cobrar un euro y sin esperar nada a cambio. Estoy trabajando gratis. Si todo va bien conseguiré que algunas personas lo compartan en redes sociales y que publiquen comentarios, que tendré que contestar (más trabajo). También suelo recibir preguntas por privado, a través del formulario de contacto, que contestaré gustosamente en cuanto tenga un hueco. Al parecer estoy loco y no valoro mi trabajo.

Me explicaré: lo hago porque aprendo, porque me divierte y porque me siento en deuda con otros que hicieron lo mismo antes que yo. Se llama karma digital: tú ayudas a otros sin esperar nada a cambio y sin saber cómo recibes el doble o el triple, por gratitud, por talento o por suerte. Este blog también tiene mucho de experimento: en él pruebo conceptos y técnicas que luego explico a mis alumnos; quizás algún día me quede sin trabajo y el blog —o lo que he aprendido con él— me salve la vida.

Algún día puede que hasta regale un ebook o una tipografía que haya diseñado, y puede que entonces me plantee alguna contraprestación, todo depende de la evolución del blog y de la relación con mis público. Pero si alguien me pide que le diseñe una tipografía corporativa a medida como la EHU sin cobrar nada, por mejorar mi marca personal o mi portafolio, o con la cantinela del «luego ya veremos» le mandaré a freír Comic Sans. En estos casos sí se aplica al 100% lo que predica el artículo de Victor Iturrioz en Quondos.

Cuándo tiene sentido trabajar gratis en un proyecto

Cuando es tuyo. Tú controlas qué pides a cambios, tú decides tus objetivos y si regalar algo te sirve para conseguirlos. Trabajas para tu gente, tu público o tu tribu; sin nombres ni caras; en estos casos ofrecer una solución a un problema de tu público puede ayudarte a salir adelante.

Un ejemplo: Elena Ferrer (Meisi) intentaba ganarse la vida con esto del diseño gráfico en Valencia y decidió cambiar de vida, trasladándose a vivir al campo y trabajando por internet. Para atraer visitas (clientes) comenzó a publicar recursos gráficos en su blog en una primera fase, luego creó un curso con todos esos conocimientos y empezó a vender sus servicios empaquetados como si fueran un producto hasta que ha podido dejar su faceta de freelance para dedicarse exclusivamente a la formación. Para conseguirlo no ha dudado en invertir parte de su tiempo en ayudar a los demás en su blog.

Otro ejemplo: Laura López, diseñadora por cuenta propia de Bilbao, lanzó hace poco la calculadora freelance para ayudar a la gente que empieza a calcular bien sus costes y a presupuestar correctamente un trabajo. También publica recursos gráficos en su blog. Tiene más trabajo del que puede hacerse cargo y parte de sus clientes son agencias y estudios que habían usado su calculadora para su trabajo. No lo tenía previsto, no lo había planeado así. Simplemente le pareció buena idea y le permitió aprender cosas nuevas.

A veces se trata de ayudar a los demás:

  • puede que te apetezca echar una mano a unos amigos/familiares a salir adelante y les regales el logo de su empresa, en ese caso recuerda que debes empezar a cobrarles en cuanto se estabilicen, no te condenes a trabajar gratis para siempre (procura dejarlo claro al principio) o
  • ayudar a una ONG en alguna labor social; en ambos casos asegúrate de tener libertad creativa total porque el objetivo final será tu portafolio; si se niegan les cobras. Si vas a hacer un folleto, cartel o revista y averiguas que la imprenta sí cobra, sal corriendo; como dice el refrán «o todos moros o todos cristianos».

Cuándo no tiene sentido trabajar gratis en un proyecto

Cuando no es tuyo. Alguien te hace un encargo pero no hay presupuesto. Te perdonan la vida con eso del curriculum. El cliente conduce un coche de alta gama.

Al final el trabajo queda mal porque había prisa, estás quemado o el cliente se ha entrometido; no lo puedes poner en tu portafolio ni podrás cobrarle a ese cliente en un futuro. Se te queda cara de tonto. Te prometes no volver a hacerlo. Creo que a todos nos ha pasado alguna vez. Procura no volver a tropezar con la misma piedra, que a los humanos nos encanta.

Qué puedes pedir cuando regalas tu trabajo

Hay muchos objetivos no monetarios que puedes alcanzar con esta estrategia; el primero es tráfico, algo esencial cuando se empieza. El tráfico se consigue de varias maneras:

  • a veces interesa escribir en medios de terceros para aprovecharte de su audiencia y del peso de sus enlaces. No cobras por escribir pero recibes tráfico para construir tu comunidad o tu negocio,
  • regalando un producto de manera que la descarga implique compartir tu web en redes sociales con un me gusta o un tuit,

Otro de los objetivos suele ser el de construir una imagen de experto, una reputación que te permita captar más clientes o subir tarifas. Para conseguirlo se suele:

  • escribir un libro —y regalarlo, claro—,
  • ofrecer un curso online,
  • acudir gratis a charlas y eventos como conferenciante o
  • regalar un producto del nicho de mercado en el que te mueves para demostrar que estás capacitado; suele hacerse mucho con las aplicaciones y el software, consiguiendo que los clientes te contraten para personalizarlo o para crear algo similar; a veces se entrega con ciertas limitaciones de uso y se ofrece la versión premium de pago

Por último, aún a riesgo de sonar contradictorio, también se puede conseguir dinero, pero nunca pidiéndolo directamente. Las opciones que yo conozco son:

  • las donaciones, siempre presentándolas como opcionales; echa un vistazo al caso de Pedro Arilla y su Valentina,
  • el paga lo que quieras también funciona de maravilla, el estudio Atipo lo lleva usando con gran éxito con sus tipografías Salomé, Calendas, Cassanet y Bariol,
  • la publicidad, sólo es rentable a partir de tráficos de 60.000 visitas al mes, como sucede con Gràffica, y por último
  • el marketing de afiliación, que consiste en recomendar productos a tu audiencia consiguiendo comisiones por las ventas

En definitiva, el concepto gratis no es más que una herramienta que se utiliza desde hace años en la venta al por menor; en el entorno digital tiene más sentido aún, os recomiendo leer el magnífico libro Gratis: el futuro de un precio radical, de Chris Anderson.

Espero vuestros comentarios porque el debate se construyen entre todos. Gracias por leerme,

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Cómo calcular el precio de venta de tus productos y servicios: la guía definitiva para diseñadores y creativos

Fotograma de la película Conan el bárbaro (1982). Ésa es la actitud.

Estoy preocupado. El otro día en una clase de Cartel publicitario los alumnos me dieron las gracias por contarles la realidad de las agencias de publicidad; sólo quería advertirles de que el empleo era cosa del pasado y que, al menos en España, les espera un horizonte laboral basado en el autoempleo y el trabajo en equipos no estables de cazarecompensas (freelances o autónomos), algo así como lo que sucede en la película Los siete samuráis de Akira Kurosawa —aunque en realidad los samuráis no son más que roninsamuráis sin amo al que servir—.

Un poco de estrategia, por favor

Llámame agorero si quieres pero si estás preparado para el choque te haces menos daño; estoy seguro de ello porque lo leí en un cómic de Conan el bárbaro en el que lo crucificaban y él apretaba mucho los músculos para pegarse a la cruz cuando ésta se caía hacia atrás. Ahora en serio: la falta de perspectiva puede llevarte a trazar una estrategia equivocada y ahora mismo creo que la mejor es asumir que eres un ronin, lo que no quita que ocurra un milagro y un Daimyō te ponga en nomina.

El objetivo de esta guía es ayudarte a calcular correctamente los gastos que tendrá tu actividad. Lo que vamos a buscar es el punto de equilibrio entre ingresos y gastos, en ningún caso hacer recomendaciones de precios mínimos como los que llevaron a varias asociaciones a afrontar multas del CNC. Lo que encontrarás aquí no se parece nada a una tarifa porque va en función de los objetivos que tú te pongas: no es lo mismo querer ganar 1.000€ al mes que 500€, no es lo mismo plantearse la actividad como principal que como un sobresueldo. La idea es ayudarte a no perder dinero al calcular mal los costes de tu trabajo.

Una vez que sepas qué quieres ganar el problema es sumarle a esa cantidad una serie de costes como:

  • impuestos,
  • vacaciones pagadas,
  • días de baja por enfermedad,
  • horas no facturables (todas esas horas de reuniones, presupuestos y gestiones administrativas que no le puedes cobrar a un cliente),
  • facturas que no vas a cobrar porque no te pagan,
  • meses flojos,
  • costes financieros,
  • alquiler de un local u oficina,
  • teléfono,
  • cuotas de la seguridad social (o seguro sanitario privado),
  • material fungible (papeles, copias, tinta de impresora, mensajería, etc.),
  • material informático y
  • una hucha para tu jubilación

Si vendes servicios la clave está en las horas no facturables, es el dato que destroza sistemáticamente los balances de los trabajadores por cuenta propia, y sin duda lo que me llevó a la ruina a mí cuando era un veinteañero soñador: calculas un precio hora y caes en el error de multiplicar esa cifra por 8 horas al día y 5 días a la semana; pero la realidad es que no puedes facturar todas las horas que trabajas porque hay mucho trabajo de presupuestar, de reunirte con posibles nuevos clientes, de ir al gestor a hacer el papeleo, etc. Cuando te quieres dar cuenta cobras la mitad de lo que habías calculado y empiezas a bajar precios y a aceptar cualquier proyecto para cubrir gastos. Si quieres saber cuántas horas facturables eres capaz de hacer y no sabes cómo, debes saber que un buen freelance con experiencia puede llegar a un máximo del 50%; piensa en esta cifra como una orientación no como una verdad absoluta: hay profesionales de éxito que reducen las horas no facturables al 10% contratando a alguien que les haga ese ingrato trabajo de facturar, presupuestar, acudir a reuniones, etc. Pero no es lo habitual.

Aviso a navegantes: no te estoy aconsejando que en la factura pongas como concepto «X horas de diseño» o que lo calcules todo en función de las horas que trabajas en un proyecto, te estoy recomendando que calcules bien cuánto trabajas y que puedas facturar una cantidad que te dé beneficios.

Si vendes productos, especialmente digitales, esa fricción desaparece. Facturas mientras duermes, facturas estando enfermo y de vacaciones. El sistema funciona solo y puedes aplicarle todas las horas trabajadas al cálculo del precio de tus productos. También puedes combinar la venta de productos con la de servicios y aún más interesante: vender servicios como si fueran productos. Veamos unos ejemplos prácticos para que lo entiendas mejor, te recomiendo que hagas tus cálculos también.

Calcular tu precio por hora

Uno de mis alumnos, Hugo Coria, me ha pasado un enlace a una calculadora de precios/hora que me va a servir de pretexto para profundizar un poco más en esta peliaguda cuestión:

http://www.calculadorafreelance.com/

Como no me atrevo a poner un ejemplo con cifras te animo a que te pongas un sueldo realista y vayas rellenando; te daré algunos consejos:

  • lo normal son 21 días de vacaciones y 14 días festivos,
  • pon 4 días enfermo (un par de gripes),
  • un 50% de horas no facturables (siendo optimista),
  • unos gastos fijos de 1.000€ (alquiler, cuota de autónomos, luz, agua, teléfono, internet, asesor, hosting web, el pago del material informático a plazos, etc.) y
  • un 20% de ahorro para la jubilación o un imprevisto

Bien, te saldrá una cifra de lo que debes facturar para conseguir tus objetivos. Seguramente es una cifra que dobla tu cálculo inicial y eso que todavía faltan los impuestos (que van a parte), pero a no ser que vayas a vivir a una zona donde los alquileres, los impuestos y demás sean más baratos no hay más remedio; la cifra varía mucho en función de tus circunstancias, no es lo mismo trabajar en casa que alquilar un estudio, no es lo mismo plantear una jornada de 8 horas de que 5 o de 12. El sistema te da total flexibilidad para que cada persona elija su precio/hora con libertad.

Calcular el precio de venta de productos

Ahora vamos a hacer otra simulación más interesante: veamos qué pasa si quiero vivir exclusivamente de la venta de infoproductos, pongamos que te decides por diseñar tipografías. La mayoría de parámetros se mantienen, el que varía es el de las horas no facturables, que prácticamente desaparece: no hay reuniones, no hay presupuestos, casi todas las horas son facturables. Pon un 10% de horas no facturables.

Un año laboral tiene 1768 horas (2080 totales menos 312 de vacaciones y festivos). Si dedicas un 25% a gestión y marketing te quedan 1326 horas para tus proyectos: eso son unas dos familias tipográficas completas con unos cuantos pesos, caracteres, ligaduras y demás extras tipográficos. Conozco casos de gente más productiva pero llevan mucho tiempo en esto y no son representativos.

Con los nuevos parámetros te saldrá una cifra total mensual a la que tendrás que sumarle los impuestos (el 21% de IVA en España). Si comercializas a través de una distribuidora como MyFonts o FontShop significa vender el doble porque se quedan el 50% de las ganancias. Otra opción es venderlas tú directamente pero deberás emplear más tiempo en marketing, de modo que tienes que hacer tus cálculos (no es una opción descabellada), y por último tienes la opción de venderlas en varios sitios, lo que te va a complicar las matemáticas.

Asumamos que vas a vender en un tienda directamente: tienes que elegir entre cobrar poco y vender muchas licencias (cada vez se venden más familias a 25€ con descuentos de hasta el 90%) o cobrar más y vender menos licencias (250€ es el precio medio del mercado). Como observarás los números no te saldrán al prinicpio y eso es porque tu catálogo sólo tiene 2 productos, estás empezando. Al segundo año de actividad tendrás 4 productos y podrás acercarte a tu objetivo, además de trabajar más rápido y producir más. Si complementas esta actividad con formación y algún encargo cada vez te costará menos. Todo eso no se hace en un mes ni en un año, hay que construir una marca y una reputación, pero me parece mejor opción que estar dos años cobrando el subsidio de desempleo sin hacer nada y ponerte a buscar trabajo cuando se te acaba (créeme, es lo que hace la mayoría de la gente en España).

Puede que no te salga bien pero tendrás más opciones de encontrar trabajo con un proyecto así, demuestra muchas actitudes que te hacen atractivo de cara a una posible contratación: responsabilidad, iniciativa, coraje, método de trabajo y que acabas lo que empiezas. Además podrás seguir vendiendo tus productos mientras trabajas.

Algunos consejos más

  • No vendas demasiado barato, acabarás dando una percepción de baja calidad y sólo conseguirás ventas compulsivas
  • Estudia los precios de tus competidores, te ayudará a situarte en tu escenario
  • Sube paulatinamente los precios hasta encontrar un punto de resistencia, ahí tendrás la clave de lo que tu público está dispuesto a apagar por tu producto
  • No frenes la compra con formularios complejos, procesos de comprobación (captcha) y demás tonterías que tú mismo odias cuando compras. Fíjate en cómo venden los grandes.

Mis referentes:

¿De dónde saco yo esta visión de las cosas? Soy lo que leo, de modo que te pongo unas referencias para que amplíes si te ha interesado este tema:

Ahora te toca a ti, con tus comentarios podemos enriquecer el artículo y ayudar al mayor número de gente posible a saber cómo calcular el precio de venta de sus productos o servicios.

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Aquí está pasando algo

Vuelvo a salirme del guión habitual en el blog para escribir una entrada en la línea de “Los tiempos están cambiando” y esta vez el título está inspirado en la famosa canción de Buffalo Springfield “For What It’s Worth» que empieza con la frase «there’s something happening here”. No lo hago porque este tipo de entradas tengan más éxito ni más visitas sino por vocación de servicio, por intentar hacerte pensar, quién sabe si cambiar el chip. Tengo la sensación cada vez más fuerte de que necesitamos despertar:

Buffalo Springfield

Hace poco leí en el Facebook de un amigo, uno de los mejores diseñadores de Valencia y con más proyección a nivel nacional:

«Un cliente llama a mi socio. Se pasan un buen rato hablando. Mi socio le explica el que, el cómo y el por qué se debería hacer una cosa de una u otra manera. Cuelga, se gira y me dice “que como ya sabe el que y cómo, que dice que lo hacen ellos”. Hemos cerrado el estudio y nos hemos ido.»

No creo en las casualidades ni en los hechos aislados; veo conexiones por todas partes (¿no es lo que hacemos los diseñadores, por otro lado?). Lo que les pasó a mis amigos es un síntoma más de que todo esta cambiando. Pero no, no escribo esto para quejarme: sólo sirve —y no siempre— si hay un interlocutor enfrente.

Imagínate que un buen día amaneces en medio de una selva. Es un mundo desconocido para ti, lleno de bichos que te quieren picar o directamente desayunarte; en lugar de quejarte te sugiero que analices el entorno y hagas lo posible por sobrevivir, porque puede que no salgas de ahí nunca o tardes mucho tiempo. No te voy a hablar de emprender ni de reinventarte, dejo eso en manos de los cientos de gurús que pululan por internet: voy a invitarte a mutar, a adaptarte a la situación y a vivirla como lo que es. Nuevas reglas. Nuevo tú.

Te pinto el panorama —la selva— tal y como yo lo veo: la crisis ha hecho desaparecer a muchas empresas; entre las que quedan tenemos las viables y las que están luchando por sobrevivir. Este segundo grupo no tiene acceso al crédito, lo que provoca que en muchos casos decida recortar en diseño o directamente no pague nuestros servicios; las empresas que se animan pueden optar por dos vías, a saber: seguir contando con profesionales como hasta ahora o aprovecharse del desequilibrio entre oferta (creciente, hay cada vez más gente en paro y desesperada) y demanda (menguante, quedan menos clientes y hay menos presupuesto para desarrollo) para sacar adelante sus proyectos a precio de saldo. Tienen varias opciones para hacerlo, a mí se me ocurren éstas:

  • apretar hasta el límite a sus proveedores de diseño (los estudios, agencias y freelances) y conseguir precios de risa y plazos de pago largísimos (consiguiendo que el proveedor financie a su cliente),
  • convocar concursos públicos con un premio ridículo, juzgados por un aún más ridículo equipo de ignorantes en materia de diseño (crowsourcing se llama el invento; está levantando quejas de todos los colores entre la comunidad del diseño sur-pirenaica; es una evolución del outsourcing que se aprovecha de internet para convocar el talento de muchos para conseguir una meta específica; en otras disciplinas, sobre todo científicas, implica la colaboración de los convocados, pero en nuestro sector es todo lo contrario: los aspirantes se pelean por las migajas),
  • hacerlo ellos mismos; hoy por hoy es facilísimo encontrar en la red recursos gráficos que les permiten hacer los encargos más fáciles sin nuestra ayuda: plantillas, esquemas de color, rejillas, tipografías gratuitas y pirateadas, programas que diseñan por nosotros, etc.
  • encargar el trabajo al sobrino informático; el intrusismo que sufre nuestra profesión —en esto no somos lo únicos, me viene a la mente el periodismo— se debe a dos factores: a) nuestro trabajo no tiene responsabilidad civil como el de médicos o ingenieros y b) a las facilidades técnicas que tenemos ahora; antes de los ordenadores hacía falta tener auténtica habilidad para ejercer nuestro oficio pero ahora los ordenadores hacen casi todo el trabajo sucio y permiten acceder relativamente rápido a resultados de apariencia profesional; otro asunto es que estén vacíos de contenido, cosa que a muchos no les importa lo más mínimo.

 

Todo esto nos lleva de manera inevitable a hacernos la pregunta que da título a esta entrada:

¿Qué está pasando?

Opción A (el avestruz): esto es un bache y hay que pasarlo, dentro de un tiempo todo volverá a ser igual. En la analogía de la selva has optado por subirte a un arbol y echarte a dormir esperando volver a despertarte en tu camita. Un felino de gran tamaño se da un banquete a tu salud.

Opción B (el derrotista): se muere la profesión. Te dedicas a otra cosa (lo de hacer muebles artesanales parece que se lleva entre diseñadores). O te limitas a malvivir y a quejarte del gobierno. En la analogía luchas durante un tiempo pero al final abandonas la idea de salir de la selva y te resignas, comes cualquier cosa, pasas frío y al final un gran felino te almuerza crudo y sin anestesia.

Opción C (be water my friend): asumes el cambio, lo aceptas, lo abrazas; ya que vas a pasar un tiempo cumpliendo las nuevas reglas te adaptas y decides pasarlo lo mejor posible. En la analogía buscas refugio, fabricas ropa y herramientas para cazar, cenas tigre una vez a la semana y si tienes suerte encuentras la salida de la selva. A lo mejor decides quedarte, al fin y al cabo no se pagan impuestos. Se corren riesgos, puedes caer enfermo o sufrir un accidente pero si caes lo haces con la satisfacción de haber vivido.

 

Creo que se me ve el plumero y ya te estás imaginando cuál es mi conclusión, pero te la tengo que explicar:

  • esto no es una crisis, es una mutación, una extinción en toda regla; el antiguo modelo ha muerto y no volverá. Si eres dinosaurio más vale que te esfuerces en que te salgan pelo y mamas. Sobre todo deja de poner huevos: cuando algo deja de funcionar debes elegir entre arreglarlo o tirarlo, de modo que si tus clientes no tienen un euro o prefieren gastarse lo poco que tienen en tonterías, sólo veo dos opciones: formarles o abandonarles. Ponte tú a fabricar algo. Cambia de clientes, céntrate en personas y pasa de las PYMEs.
  • El diseño nunca estuvo tan vivo ni ha tenido tanta transcendencia, tanto futuro. Es una herramienta clave, una habilidad central para desarrollar cualquier proyecto en el nuevo sistema. Si eres contable o informático o tienes un MBA, un indio o un filipino puede hacer tu trabajo a distancia (entra en Odesk y fliparás). En el peor de los casos un programa o una nueva máquina puede hacer tu trabajo. Estás jodido. Sé lo que estás pensando: el diseño también se puede externalizar, de hecho se está haciendo, ya lo hemos repasado antes. Lo que te aconsejo es que pivotes, que sigas vinculado al diseño pero trabajando de otra forma: en una organización que valore el talento que tienes (cosa difícil pero no imposible) o trabajando para ti.
  • Se trata de evolucionar a un estadio en el que el diseño se aplique de otra forma, asumiendo una serie de habilidades que ahora están de moda y que siempre han formado parte de nuestro trabajo: el contar una historia (storytelling), la voluntad de transcender (buscar un sentido a lo que hacemos, mejorar la sociedad) y de servicio (empatía, pensar siempre en el usuario), capacidad de síntesis (sumar y relacionar ingredientes para formar algo nuevo) y de juego (sorprender, hacer reir, ahoa todo el mundo habla de gamificación). Tenemos el perfil que buscan las grandes empresas y el que necesita el nuevo mercado. Sólo tenemos que abandonar la antigua costumbre de hacer encargitos para otros. No hace falta pensar en grande, en esta nueva era también hay sitio para los pequeños; son los dinosaurios los que lo pasan mal cuando impacta un meteorito en el planeta.

 

En conclusión, mi consejo para los que lo están pasando mal es el siguiente: rompe con lo que has hecho hasta ahora, trabaja para personas en lugar de PYMEs, usa tu empatía para localizar un problema de esas personas y tus habilidad como diseñador para sintetizar un producto que resuelva ese problema; céntrate en algo que sea realmente útil y transcendente porque estamos atravesando una época de gestión de la escasez; esfuérzate por explicar tu producto y por hacer que tu producto explique una historia (vamos que no lo sirvas crudo, y si lo haces aprende de los japoneses), usa el humor tanto como puedas, juega con los sentidos,seduce, diviértete y transmite tu energía a través de la red. Si no te funciona te invito a un filete de tigre poco hecho.

Seguimos el debate en los comentarios, espero tus aportaciones, tu opinión cuenta mucho para mí. También podemos aprovechar para poner ejemplos de casos reales que ya han dado este paso, como Mr. Wonderful.

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7 maneras de ganar dinero con la tipografía

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El pasado domingo, mientras tomaba un helado con la familia en una terracita cerca del mar, no pude evitar oír la conversación de la mesa de al lado. Era gente bastante joven pero no hablaban ni de fútbol, ni de viajes, ni de sus sueños, ni se metían con los que no estaban (para que los no españoles entiendan el chiste, se trata de nuestro deporte nacional). Estaban hablando de modelos de negocio. Desde que estalló la crisis en 2007 en España sólo se habla de dinero y de cómo conseguirlo. También tengo conversaciones con otros diseñadores que mantienen sus estudios a duras penas, otros que cierran o se fusionan, a lo que hay que sumar las caras que veo cada día en clase y la energía que tienen la mayoría de mis alumnos de publicidad. Un panorama desalentador.

Mi consejo siempre es el mismo: HAZ ALGO. Si lo que hacías hasta ahora no funciona, sé flexible, pivota, prueba algo diferente. Busca algo que sea útil y que tenga demanda; las cosas inútiles y sin demanda déjalas para tu tiempo libre. Si consigues llegar al número de usuarios suficiente siempre encontrarás una forma de generar ingresos.

Fácil de decir, no tan fácil de hacer. Pero tengo claro que esperando a que la crisis pase o pensando qué hacer en el futuro no se va a ningún sitio. HAZ ALGO. Si te gusta la tipografía te puedes plantear hacer algo con ella que sea útil o tenga demanda. A mí se me ocurren estas 7 formas de ganar dinero con la tipografía:

  1. Poner a la venta una tipografía:

    Estudia el mercado, encuentra un hueco, una categoría sin ocupar y diseña una tipografía para vender licencias de uso. Ahora mismo una familia tipográfica de 6 pesos (12 fuentes si haces cursivas) ronda los 250$. Puedes vender unas 40 licencias en un año —casi siempre en el extranjero y a clientes profesionales—; la distribuidora (las más fuertes son MyFonts y FontShop) se queda el 50% pero te asegura más tráfico que si la vendes sólo en tu web. Eso son 5.000$ al año, un buen sobresueldo. Por supuesto, para conseguirlo has de ser realmente bueno (los números uno hasta consiguen vivir de ello), pero nadie empieza sabiendo… si te asusta ve directamente al punto 3.

  2. Hacer tipografía por encargo:

    La tipografía corporativa tiene poca tradición en España pero está bastante arraigada en territorio anglosajón. Hay compañías como Dalton Maag que se dedican exclusivamente a esta tarea, con un colega español en sus filas. En nuestro país los que más me gustan son Andreu Balius y Eduardo Manso. Tiene la ventaja de tener plazos y restricciones impuestas por el propio proyecto, resulta más fácil que decidir por dónde tirar (¿recuerdas las redacciones de tema libre de la escuela?). En muchos casos se pacta exclusividad pero hay fórmulas mixtas que permiten que la pongas a la venta pasado un tiempo, con lo que tienes dos vías de ingresos.
    Lo interesante del encargo es que cobras por servicio y no por copia, lo que me lleva aregalarte una idea de negocio: puedes dedicarte a crear versiones modificadas de tipografías gratuitas (empieza por Google Fonts); sus licencias no permiten que vendas copias del rediseño, pero sí puedes cobrarle a una empresa o institución por tu trabajo. Es la base del negocio del código abierto.

  3. Regalar una tipografía:

    Sí, has leído bien, te estoy recomendando regalar una tipografía. Si lo haces bien y emocionas a tus clientes puedes conseguir tanto dinero como con la opción 1 a través de donaciones o del paga-lo-que-quieras. Es la opción que yo recomiendo a la gente joven o que está empezando. Pero ojo, nunca regales algo sin pedir algo a cambio, puede ser una dirección de correo electrónico, un «me gusta» o un tuit, un favor o un producto a cambio. No hacerlo significa que no valoras tu trabajo.

  4. Venderle una tipografía a Google Fonts:

    Google tiene un plan, y le está saliendo muy bien: que nadie use una imagen para un titular de su web. Esto se hacía mucho antes porque no podíamos insertar las tipografías en las webs, y los motores de búsqueda no sabían qué ponía en el texto. Como mucha gente no puede o no quiere pasar por caja, se creó un hueco en el mercado que Google ha sabido ocupar. Desde hace 2010 se dedica a poner a disposición del gran público tipografía web gratuita, desde trabajos amateur hasta profesionales a los que paga una cifra que ronda los 5.000$ por peso. Si consigues vender una tipografía a Google consigues dos cosas: ingresos equivalentes a la venta de licencias y que tu tipografía sea usada millones de veces.

  5. Dar cursos de formación sobre diseño o uso de la tipografía:

    Esta opción sólo está al alcance de los que ya hayan probado alguna de las cuatro primeras, pero es igual de interesante; tenemos la suerte de vivir una época de fervor tipográfico y debes aprovecharla. No pienses para empezar en algo grande, organiza un taller de fin de semana y tantea cómo está el mercado.

  6. Escribir un libro sobre tipografía:

    Yo estoy en ello, aunque llevo bastante retraso debido al sinfín de actividades que llevo al mismo tiempo. No tiene por qué ser en papel, te recomiendo para empezar que hagas un libro electrónico y si consigues suficiente número de descargas o ventas te puedes plantear buscar una editorial que lo publique. No se gana demasiado dinero pero se consigue visibilidad y puede ayudarte a conseguir encargos/conferencias/charlas/talleres.

  7. Escribir un blog sobre tipografía:

    Para esto último no hace falta demasiada experiencia, puedes usarlo para organizar tus descubrimientos, tu proceso de trabajo, lo que se te ocurra. Si escribes sobre algo que interese al suficiente número de personas (se considera una audiencia mínima viable 6.000 usuarios al mes) podrás ganar dinero de dos maneras: con un modelo basado en la publicidad (rentable sólo con un nivel de tráfico brutal, no menos de 60.000 al mes) o con Marketing de Contenidos. Si me lo pedís os lo explico en otra entrada con más calma.

Por supuesto todos estos modelos se pueden combinar y sumar. Para mí el punto 7 es obligatorio, deberías combinarlo con cualquiera de los otros 6; y por supuesto contar aquí si te ha funcionado. Si se te ocurre otro sistema que se me haya escapado, te espero en los comentarios.

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Cómo calcular el precio de tu tipografía

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Llevamos un tiempo debatiendo sobre este asunto en una lista de distribución sobre tipografía en la que participo; en ella hay de todo, desde gente joven a los mejores diseñadores de tipos del país. Es una suerte poder discutir amable y tranquilamente con gente tan válida y de intereses y procedencias tan variados. Es hora de mojarme… esto es lo que he aprendido de la conversación con mis colegas sobre cómo ponerle precio a tu tipografía (puedes aplicarlo también a otros productos de diseño):

Averigua cuánto —o qué— quieres ganar con tu tipografía

Este es el primer paso: debes ponerte objetivos. Estos varían mucho dependiendo del nivel y la experiencia del autor, no es lo mismo ser un diseñador joven y poco conocido que un Balius o un Manso. Ellos viven de la tipografía con lo que deben pagar sus facturas. Se ponen una cifra y deciden el precio en función de ese objetivo.

También hay diseñadores que compaginan su trabajo de diseño en un estudio con su faceta nocturna como creadores de tipografía, como es el caso de Josep Patau o Jordi Embodas; en su caso se marcan objetivos más modestos pues no dependen al 100% de los ingresos que les generan las ventas de sus productos. Suelen fijarse una cifra de 5.000€ por proyecto como ellos mismos explican sin complejos.

Tanto unos como otros ponen precios parecidos a sus trabajos, precios de mercado si quieres llamarles así —aunque me parece imposible hablar de algo así a estas alturas— y la diferencia de ingresos se produce gracias al número de liciencias que venden. Para que te hagas una idea, una familia puede costar 250€ y las distribuidoras suelen quedarse el 50% lo que te obliga a vender 40 licencias para generar 10.000€ en ventas y conseguir tu  mitad (5.000€). Vender más está al alcance de muy pocos.

Volvamos al primer grupo que es el más numeroso —y el que me da de comer—: gente joven, con estudios de diseño recién terminados, la ilusión intacta a pesar del gobierno, ganas de comerse el mundo y una estrella en la frente como diría Rubén Darío. En este caso ganar dinero con su primer proyecto puede no ser el objetivo (aunque hay excepciones) de modo que es lógico plantearse regalar la tipografía para obtener otras cosas tan importantes como el dinero como recibir tráfico a su portafolio y darse a conocer a futuros clientes o colaboradores. En ese caso el precio es 0, pero ojo, no cometas el error de no pedir nada a cambio: para descargar tu tipografía puedes exigir una dirección de correo electrónico o un compartir en Facebook/Twitter. En el primer caso conseguirás una base de datos de gente interesada en el tema para poder ofertarles futuros proyectos (email marketing) y en el segundo obtendrás una difusión viral.

Decide qué público quieres que use tu tipografía

Seguramente ya lo sabrás si lo has pensado al hacer la tipografía, aunque muchas veces se hace por puro capricho —o para pasarlo bien— pero es fundamental saber a quién te diriges para casi todo: desde el precio hasta el lenguaje que debes usar, los canales de comunicación que van a ser más eficaces… todo.

No es lo mismo querer que tu tipografía la usen miles de personas y que esté en un montón de webs que aspirar a que la compren un selecto grupo de expertos diseñadores que van a hacer maravillas con ella. Si quieres que tu tipografía sea un producto de masas debes optar por un precio bajo o por regalarla y si quieres restringirte al mercado profesional debes poner un precio de mercado. Obviamente los buenos diseñadores no sólo compran tipos caros pero sí te puedo asegurar que la gente de a pie sólo descarga gratis o con precios que no supongan una barrera (máximo 5€).

Una vez tendas claro tu público objetivo averigua qué está acostumbrado a pagar para poder decidir entre copiar el precio de mercado o trabajar por debajo. Ahora mismo los precios están bajando en picado debido al exceso de oferta, y la web de MyFonts se está convirtiendo en un gran almacen en perpetuas rebajas (si visitas la sección Hot News podrás comprobar que casi todas tienen descuentos salvajes). Su principal competidor, FontShop, se mantiene con una política clásica de precios altos y un público profesional (y norteño). También están los diseñadores que se mantienen alejados de las distribuidoras como Hoefler & Frere-Jones (unos máquinas).

Piensa cómo distribuir tu trabajo

Aquí me refiero a una elección fundamental: ¿vas a vender a través de una distribuidora o directamente desde tu web? Lo habitual —que no siempre es lo indicado— es ponerlas a la venta en FontShop o en MyFonts porque generan mucho tráfico y se tiene la impresión de no tienes que preocuparte por el marketing. A mí me parece un error para la gente que empieza por varias razones:

  1. Al final sí que tienes que ocuparte del marketing: no es fácil mantener tu trabajo en lo alto de las listas, lo que te obliga a invertir tiempo en difusión en redes sociales (tendrás que ser tu propio community manager) y decidir políticas de precios (descuentos y demás), con lo que mejor trabajas al 100% para ti y te quedas el 100% de lo que vendas.
  2. Tendrás que vender el doble para llegar a tu objetivo (por si no era lo suficientemente difícil)
  3. Si eres joven tendrás el mismo problema que hemos tenido todos: nadie te conoce. La mejor manera que existe para remediarlo es regalar contenidos para atraer visitas. ¿Me conocías la semana pasada? Monta un blog, un portafolio digital, una web personal, una tienda, lo que sea, pero que sea tuya y que sea de verdad. Algo como lo que ha hecho mi amigo Juanjo. Matarás dos pájaros de un tiro, porque lo mismo no vendes la tipo pero te encargan un logo o te compran una camiseta.

Si pasas de vender y optas por regalar el consejo es el mismo: huye de FontSquirrel y demás plataformas, tendrás menos descargas pero las podrás analizar. Google Fonts es otra historia, ahora te cuento.

Algunas inercias que puedes probar a romper

Siempre les digo a mis alumnos lo mismo: » inercia caca». No se trata de romper reglas ni tonterías similares, se trata de mostrar a tu público cuál es tu intención, tu historia. Hacer lo mismo que los demás no muestra nada que merezca la pena comprar. Hacer lo mismo que se hacía antes es el camino más rápido hacia la bancarrota. Si aplicamos esta filosofía al precio de una tipografía hay varias tradiciones o inercias que deberíamos empezar a reconsiderar/romper:

  1. El precio depende del valor del producto; vale, hasta aquí correcto, pero hay un problema: el valor cambia de un cliente a otro. No es lo mismo que te compre una licencia un banco que una peluquería de barrio. Prueba algo distinto (sigue leyendo).
  2. Un producto digital, al no ser algo físico, es muy difícil de valorar, de modo que funcionamos por comparación, lo que sitúa a una tipografía, un producto complejo que puede llevarte fácil un año de trabajo, en la categoría del eBook. Eso significa precios a la baja que rondan los 3-5€ por peso o 20-25 la familia. Si quieres vender por encima tendrás que conseguir compararte con otra cosa.
  3. Si pones un precio de 20€ parecerás caro, pero si creas varios precios, por ejemplo un peso por 20€ y 4 por 50€ logras llevar la discusión a tu terreno y de repente 50€ ya no te parece tan caro. Acabas de subir el precio por peso a 12,5€. Puedes jugar con las cifras a tu gusto.
  4. Conclusión: no tienes por qué ponerle un precio único a tu producto como se hacía hasta ahora. Eso sí, no le pongas más de 3 que tu cliente se volverá loco.
  5. Incluso puedes dejarle que elija el precio mediante una donación o un paga-lo-que-quieras. Realmente funciona.
  6. Otra inercia es que tu cliente debe pagarte directamente, pero hay otras opciones: Google Fonts está comprando fuentes a 5.000$ para luego regalarlas en su plataforma. De nuevo es una opción de ganar dinero y cubrir gastos sin tener que pedirle pasta al cliente final. Piénsatelo, es otra opción.

El debate está abierto

Después de todo este análisis aún recuerdo que la conversación en la lista sacó de manera insistente varias cuestiones a la luz: el problema de los precios a la baja, el riesgo de que la estrategia de bajo coste se convierta en pan para hoy pan para mañana, la relación entre precio-valor (o sea, que vender barato es valorar poco tu trabajo), las cuestiones éticas y morales (piratería y demás), etc. Te animo a que participes en los comentarios y podamos seguir la discusión, que en mi opinión es muy interesante.

Yo lo voy a dejar aquí, más que nada porque los las 3:16 de la madrugada del viernes y mañana a las 7 mis hijas me van a sacar de la cama para que les ponga Dora la Exploradora. Intentaré llevarlas a la playa porque el moreno pantalla no me favorece. Gracias por leerme.

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Crowdfunding: consigue financiación para tu nueva tipografía

Crowdfunding

Los tiempos están cambiando. En muchas actividades comerciales ya no hace falta un intermediario para conectar a un creador con su público: puedes triunfar en la música gracias a Youtube o vender tus novelas a patadas en Amazon, por poner ejemplos que todo el mundo conoce.

Antes de que eso de internet comenzara a transformar nuestras vidas si querías comercializar un producto necesitabas la figura del distribuidor —en seguida me viene a la cabeza la imagen de un señor gordo-que-fuma-puros-con-mucha-pasta-un-mercedes-y-una-amante-normalmente-su-secretaria— que con la excusa de que tiene que jugarse su dinero (fabricar átomos es caro, hay que hacer moldes, fabricar el cacharro, embalarlo, transportarlo y venderlo en tiendas) se queda todos los derechos de explotación de tu obra a cambio de muy poco. La verdad es que se lo jugaban… bueno, no tanto porque en aquella época se vendía todo lo que salía en la tele con lo que sólo era un problema de más pasta.

Al mismo tiempo había que proteger su inversión, de ahí que nacieran los derechos de autor. Parecía lógico, incluso se llamaron copyright (copia justa podríamos traducir), pero de nuevo era cuestión de pasta, porque si tienes mucha puedes saltarte la ley a la torera si tu adversario —el autor, se entiende— no tiene para abogados caros (si quieres un ejemplo tengo una historia muy buena pero tendrá que ser otro día porque ya llevo tres párrafos y todavía no te he contado lo que quería contarte).

Pero ahora… hoy el panorama es muy distinto. Si tienes un proyecto puedes, en lugar de guardar el secreto y registrarlo y patentarlo y todo eso, vas y lo enseñas en una plataforma online como Kickstarter o Verkami y pides el dinero que necesitas para ponerlo en marcha. La gente a la que le gusta paga pequeñas cantidades a cambio de algún tipo de recompensa que tú fijas (un descuento en el pedido, participar en alguna tarea, elegir el nombre de la obra, salir en los créditos, etc.) y si en el plazo establecido alcanzas la cifra recibes el dinero. Así de fácil.

Antes: primero el producto, luego la audiencia.
Ahora: primero la audiencia, luego el producto.

Si lo aplicamos a la tipografía, resulta que en lugar de arriesgarte a pasar un año trabajando en una tipografía que no sabes si alguien va a comprar (viejo modelo) puedes enseñar tu idea y si es viable coger la pasta y encerrarte a producir (nuevo modelo). Sin intermediarios. Sin riesgo. Sin tener que registrar nada (porque no hay riesgo, tus clientes ya te han comprado). Veamos unos cuantos casos:

  1. Rare Letterpress Fonts
  2. Chatype
  3. Cristoforo
  4. Valuco
  5. Uchronia
  6. i3a
  7. Freud’s Typeface

He encontrado muchos que ofrecían liberar la tipografía en Google Fonts, o cual es aún más interesante porque si tiene éxito Google te puede encargar mas pesos (y paga 5.000$ cada uno, a veces más):

  1. Euphoria de Sabrina López. Úsala.
  2. Exo de Natanael Gama. Úsala.
  3. Fast Brush Script (ahora se llama Kaushan Script) de Pablo Impallari. Úsala.
  4. Montserrat de Julieta Ulanovsky. Úsala.
  5. Folk (ahora Londrina) de Marcelo Magalhães Pereira. Úsala.

Si te ha parecido buena idea, voy a preparar algunas lecturas sobre Marketing que todo diseñador debería conocer. Porque esto es sólo el comienzo.

Photo credit: Rocío Lara / Foter.com / CC BY-SA

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Los tiempos están cambiando

Hoy me apetece escribir una entrada diferente. Una de esas que te sale de dentro, de un tirón. Está inspirada en una famosa canción de Bob Dylan titulada The Times They Are Changin’ (los fragmentos en cursiva son traducciones de la letra original). Dale al play en el vídeo de arriba y disfruta:

La gente se siente confusa,
las reglas de antes ya no sirven de nada,
lo que era intocable ya no lo es.

Los diseñadores seguimos quejándonos de la Comic Sans,
de los concursos crowdsourcing,
de los bajos presupuestos
y de lo difícil que es cobrar una factura en este país.

Mejor empieza a nadar
o te hundirás como una piedra
Porque los tiempos están cambiando.

Intenta romper con la inercia, con el antiguo modelo,
olvídate de los encargos y de las PYMEs,
de regatear los presupuestos,
de lamentarte porque trabajas sin cobrar.

Céntrate en las personas,
diseña sin un encargo,
trabaja para ti.

Busca una necesidad y cúbrela,
un deseo sin satisfacer,
una pregunta sin responder,
enseña a hacer cosas a la gente.

Pero sobre todo, ten esto muy presente,
nada va a funcionar si no cumples una única regla:
haz algo que te apasione.

No importa que estés solo,
ni que seas pequeño,
tampoco que nadie te conozca.
¿Me conocías la semana pasada?

Los perdedores de hoy
serán los ganadores del mañana,
porque los tiempos están cambiando.

Diseña una tipografía o camisetas molonas,
tu propia cerveza, una aplicación para el móvil,
o un videojuego, lo que te apetezca.
Haz lo que te gusta y te encontrarán.

No pierdas más el tiempo, ya es tarde,
no necesitas hacer ningún máster,
te enseñarán sólo cosas del antiguo modelo.

Aprende haciendo, compartiendo lo hecho,
preguntando a tu audiencia qué les parece,
pero sobre todo qué necesitan.
Y HAZLO.

Porque los tiempos están cambiando.

Puedes consultar la letra completa original de la canción.

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Cómo registrar una tipografía en España

Candado

Esta entrada ha sido sugerida por Hieu en «Documental sobre la piratería en las escuelas de diseño». Si tú también tienes una pregunta sobre tipografía digital utiliza el formulario o publica un comentario en una entrada relacionada. Estaré encantado de responderla dentro de mis posibilidades; si no sé la respuesta haré todo lo posible por averiguarla —me encantan los retos—.

Cómo registrar una tipografía en España

Yo me hice la misma pregunta hace unos meses y es cierto que no hay prácticamente nada en internet sobre el procedimiento que hay que seguir para registrar una tipografía (sin embargo, es relativamente fácil encontrar un tutoría sobre cómo registrar o patentar un producto). Os cuento lo que he descubierto y cómo he llegado hasta la información por si os sirve de algo:

La pista del tipo de registro que hay que hacer la saqué de un artículo de Wolfgang Hartmann en Foro Alfa:

«Otra forma de proteger el diseño es el registro como dibujo industrial1. Se puede recurrir a la Oficina de Alicante para la inscripción del diseño para su protección en el ámbito europeo. Con ello se ve cumplido el objetivo que se impuso la Asociación Tipográfica Internacional en su fundación hace más de 50 años y que ahora han ratificado las leyes europeas. Ahora bien, la duración de la protección está limitada entre 15 años y 25 años, y por ello no es muy frecuente que se recurra a este tipo de protección.»

1 Conforme a lo que está regulado por la Ley 20/2003 del 7 de Julio, sobre protección jurídica del diseño industrial en España

Consulto la Ley citada y descubro que cada solicitud cuesta 80€ hasta 10 modelos y van subiendo hasta llegar un máximo de 50 (los precios varían cada año). Veo también que se permiten modificaciones y que hay que renovar quinquenalmente —cada 5 años, vaya— los registros.

De paso he averiguado cuál es la categoría en la que se ha de registrar:

INTERNATIONAL CLASSIFICATION FOR INDUSTRIAL DESIGNS (Acuerdo de Locarno):
Clase 18, subclase 3: Type and type faces >>> nº serie A0103 > Alphabets [printing characters]

Es un dato que hay que hacer constar en la solicitud.

Más cosas: consulto el reglamento y en el artículo 4 (Representación de los dibujos y modelos) punto 4º dice:

«Cuando se solicite el registro de dibujos y modelos  que consten de una fuente tipográfica, su representación consistirá en la composición de las letras del alfabeto, en mayúsculas y minúsculas si procede, y las cifras arábigas, así como un texto de cinco líneas producido en dicha fuente tipográfica, ambos en el cuerpo 16.»

Bueno, espero que lo tengas claro: rellenas la solicitud, pagas y esperas el veredicto. No es muy complicado.

¿Se puede patentar una tipografía?

Yo creo que una patente no tiene sentido, lee la definición de la OAMI:

Con arreglo a la legislación, es la apariencia exterior de un producto o de una parte del mismo que se compone de las líneas, contornos, colores, forma, textura, materiales y/o su ornamentación.

¿Qué sentido tiene proteger los dibujos y modelos?
El diseño o la forma de un producto puede ser un sinónimo de la marca y de la imagen de una empresa y convertirse en un activo con valor económico creciente. Si no solicita la protección, otros pueden aprovecharse de sus inversiones.

¿Qué es un producto?
Un producto puede ser cualquier artículo industrial o artesanal, incluidos los embalajes, símbolos gráficos y caracteres tipográficos [la cursiva es mía], con exclusión de los programas informáticos. También incluye los productos constituidos por múltiples componentes que pueden desmontarse y volverse a montar.

¿Cuál es la diferencia entre un dibujo o modelo y otros derechos de propiedad industrial como las patentes y las marcas registradas?
El objetivo de todos los derechos de propiedad industrial es proteger la creatividad de las empresas y los particulares. Sin embargo, estos derechos no abarcan los mismos aspectos.

Los dibujos y modelos sólo abarcan la apariencia de los productos. No pueden proteger la función de los mismos.

Una marca identifica el origen de los productos y servicios de una empresa, con objeto de diferenciarlos de los de sus competidores.

Las patentes protegen la función, el funcionamiento o la construcción de una invención. Para poderse patentar, una función debe ser innovadora, tener una aplicación industrial y describirse de forma tal que sea posible reproducir el proceso.

Creo que lo deja bastante claro… Pero una cosa es lo que diga la norma —y el sentido común— y otra muy diferente la postura de la industria, que defiende a capa y espada que una fuente es un programa y que por lo tanto se puede patentar. En el texto anteriormente citado del Sr. Hartmann lo deja caer:

Ahora bien, la duración de la protección está limitada entre 15 años y 25 años, y por ello no es muy frecuente que se recurra a este tipo de protección.

Vaya, vaya: lo importante es la duración de la protección. Si pueden ser 50 mejor que 25. Me recuerda al chiste del perro salchicha que derrota a un Rottweiler enorme de pura raza en una competición entre Alemania y España. Los alemanes, muy extrañados por lo sucedido, preguntan cómo es posible que un perro salchicha venza a su campeón con el dineral en entrenamiento y en certificados de pedigrí que se han gastado. La respuesta española: «pues no veas lo que nos ha costado meter al cocodrilo en la piel del perro salchicha».

Nada es lo que parece en este mundo loco que nos ha tocado vivir.

¿Merece la pena todo este lío?

Ahora viene cuando me mojo: no pierdas un solo instante registrando tu tipografía. ¿De qué te va a servir? Estas leyes están diseñadas para favorecer al pez grande, no al chico; y no te confundas: no sirven para proteger tu diseño de la piratería, su función es evitar que otro fabricante/distribuidor use tu obra con otro nombre. Si tienes la gran suerte de que eso te pase algún día, alégrate, sólo les pasa a los mejores; ponte las pilas y mejora tu diseño porque te acaban de demostrar que es viable. Véndelo o regálalo tú directamente, mantén el poder en tus manos.

Me adelanto a mis detractores: efectivamente, yo he registrado una tipografía en la OAMI con este procedimiento. Me declaro culpable. Pero me gustaría explicarlo: como investigador tengo que probar las cosas de las que hablo, y en la universidad los registros cuentan —y mucho— para los procesos de selección y control de calidad. Yo no he cobrado un euro por hacer esta tipografía, de modo que mi sueldo ha sido en líneas de curriculum vitae.

Déjame que te cuente algo más sobre este trabajo, que será presentado a finales de mayo o a principios de junio de 2013 en la Universidad del País Vasco: se trata de una tipografía corporativa a medida diseñada dentro de un proyecto de investigación que incluye la publicación de un libro y una exposición. En este proyecto de investigación estamos Eduardo Herrera, Leire Fernández, María Pérez y un servidor. El mérito es de los cuatro; si te pica la curiosidad ten, un anticipo:

espécimen EHU

Si te gusta visita la página del proyecto pinchando en la foto

IMPORTANTE: también se puede registrar el nombre de la tipografía como una marca. Aplícale el mismo tratamiento que a lo anterior. Lo importante es que el dominio esté libre…

Ésta es la situación en España y por extensión en Europa; cuéntanos cómo funciona en tu país para que pueda documentar mejor una próxima entrada sobre el registro en América y otros continentes. Gracias por leerme.

 

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