Llevamos un tiempo debatiendo sobre este asunto en una lista de distribución sobre tipografía en la que participo; en ella hay de todo, desde gente joven a los mejores diseñadores de tipos del país. Es una suerte poder discutir amable y tranquilamente con gente tan válida y de intereses y procedencias tan variados. Es hora de mojarme… esto es lo que he aprendido de la conversación con mis colegas sobre cómo ponerle precio a tu tipografía (puedes aplicarlo también a otros productos de diseño):
Averigua cuánto —o qué— quieres ganar con tu tipografía
Este es el primer paso: debes ponerte objetivos. Estos varían mucho dependiendo del nivel y la experiencia del autor, no es lo mismo ser un diseñador joven y poco conocido que un Balius o un Manso. Ellos viven de la tipografía con lo que deben pagar sus facturas. Se ponen una cifra y deciden el precio en función de ese objetivo.
También hay diseñadores que compaginan su trabajo de diseño en un estudio con su faceta nocturna como creadores de tipografía, como es el caso de Josep Patau o Jordi Embodas; en su caso se marcan objetivos más modestos pues no dependen al 100% de los ingresos que les generan las ventas de sus productos. Suelen fijarse una cifra de 5.000€ por proyecto como ellos mismos explican sin complejos.
Tanto unos como otros ponen precios parecidos a sus trabajos, precios de mercado si quieres llamarles así —aunque me parece imposible hablar de algo así a estas alturas— y la diferencia de ingresos se produce gracias al número de liciencias que venden. Para que te hagas una idea, una familia puede costar 250€ y las distribuidoras suelen quedarse el 50% lo que te obliga a vender 40 licencias para generar 10.000€ en ventas y conseguir tu mitad (5.000€). Vender más está al alcance de muy pocos.
Volvamos al primer grupo que es el más numeroso —y el que me da de comer—: gente joven, con estudios de diseño recién terminados, la ilusión intacta a pesar del gobierno, ganas de comerse el mundo y una estrella en la frente como diría Rubén Darío. En este caso ganar dinero con su primer proyecto puede no ser el objetivo (aunque hay excepciones) de modo que es lógico plantearse regalar la tipografía para obtener otras cosas tan importantes como el dinero como recibir tráfico a su portafolio y darse a conocer a futuros clientes o colaboradores. En ese caso el precio es 0, pero ojo, no cometas el error de no pedir nada a cambio: para descargar tu tipografía puedes exigir una dirección de correo electrónico o un compartir en Facebook/Twitter. En el primer caso conseguirás una base de datos de gente interesada en el tema para poder ofertarles futuros proyectos (email marketing) y en el segundo obtendrás una difusión viral.
Decide qué público quieres que use tu tipografía
Seguramente ya lo sabrás si lo has pensado al hacer la tipografía, aunque muchas veces se hace por puro capricho —o para pasarlo bien— pero es fundamental saber a quién te diriges para casi todo: desde el precio hasta el lenguaje que debes usar, los canales de comunicación que van a ser más eficaces… todo.
No es lo mismo querer que tu tipografía la usen miles de personas y que esté en un montón de webs que aspirar a que la compren un selecto grupo de expertos diseñadores que van a hacer maravillas con ella. Si quieres que tu tipografía sea un producto de masas debes optar por un precio bajo o por regalarla y si quieres restringirte al mercado profesional debes poner un precio de mercado. Obviamente los buenos diseñadores no sólo compran tipos caros pero sí te puedo asegurar que la gente de a pie sólo descarga gratis o con precios que no supongan una barrera (máximo 5€).
Una vez tendas claro tu público objetivo averigua qué está acostumbrado a pagar para poder decidir entre copiar el precio de mercado o trabajar por debajo. Ahora mismo los precios están bajando en picado debido al exceso de oferta, y la web de MyFonts se está convirtiendo en un gran almacen en perpetuas rebajas (si visitas la sección Hot News podrás comprobar que casi todas tienen descuentos salvajes). Su principal competidor, FontShop, se mantiene con una política clásica de precios altos y un público profesional (y norteño). También están los diseñadores que se mantienen alejados de las distribuidoras como Hoefler & Frere-Jones (unos máquinas).
Piensa cómo distribuir tu trabajo
Aquí me refiero a una elección fundamental: ¿vas a vender a través de una distribuidora o directamente desde tu web? Lo habitual —que no siempre es lo indicado— es ponerlas a la venta en FontShop o en MyFonts porque generan mucho tráfico y se tiene la impresión de no tienes que preocuparte por el marketing. A mí me parece un error para la gente que empieza por varias razones:
- Al final sí que tienes que ocuparte del marketing: no es fácil mantener tu trabajo en lo alto de las listas, lo que te obliga a invertir tiempo en difusión en redes sociales (tendrás que ser tu propio community manager) y decidir políticas de precios (descuentos y demás), con lo que mejor trabajas al 100% para ti y te quedas el 100% de lo que vendas.
- Tendrás que vender el doble para llegar a tu objetivo (por si no era lo suficientemente difícil)
- Si eres joven tendrás el mismo problema que hemos tenido todos: nadie te conoce. La mejor manera que existe para remediarlo es regalar contenidos para atraer visitas. ¿Me conocías la semana pasada? Monta un blog, un portafolio digital, una web personal, una tienda, lo que sea, pero que sea tuya y que sea de verdad. Algo como lo que ha hecho mi amigo Juanjo. Matarás dos pájaros de un tiro, porque lo mismo no vendes la tipo pero te encargan un logo o te compran una camiseta.
Si pasas de vender y optas por regalar el consejo es el mismo: huye de FontSquirrel y demás plataformas, tendrás menos descargas pero las podrás analizar. Google Fonts es otra historia, ahora te cuento.
Algunas inercias que puedes probar a romper
Siempre les digo a mis alumnos lo mismo: » inercia caca». No se trata de romper reglas ni tonterías similares, se trata de mostrar a tu público cuál es tu intención, tu historia. Hacer lo mismo que los demás no muestra nada que merezca la pena comprar. Hacer lo mismo que se hacía antes es el camino más rápido hacia la bancarrota. Si aplicamos esta filosofía al precio de una tipografía hay varias tradiciones o inercias que deberíamos empezar a reconsiderar/romper:
- El precio depende del valor del producto; vale, hasta aquí correcto, pero hay un problema: el valor cambia de un cliente a otro. No es lo mismo que te compre una licencia un banco que una peluquería de barrio. Prueba algo distinto (sigue leyendo).
- Un producto digital, al no ser algo físico, es muy difícil de valorar, de modo que funcionamos por comparación, lo que sitúa a una tipografía, un producto complejo que puede llevarte fácil un año de trabajo, en la categoría del eBook. Eso significa precios a la baja que rondan los 3-5€ por peso o 20-25 la familia. Si quieres vender por encima tendrás que conseguir compararte con otra cosa.
- Si pones un precio de 20€ parecerás caro, pero si creas varios precios, por ejemplo un peso por 20€ y 4 por 50€ logras llevar la discusión a tu terreno y de repente 50€ ya no te parece tan caro. Acabas de subir el precio por peso a 12,5€. Puedes jugar con las cifras a tu gusto.
- Conclusión: no tienes por qué ponerle un precio único a tu producto como se hacía hasta ahora. Eso sí, no le pongas más de 3 que tu cliente se volverá loco.
- Incluso puedes dejarle que elija el precio mediante una donación o un paga-lo-que-quieras. Realmente funciona.
- Otra inercia es que tu cliente debe pagarte directamente, pero hay otras opciones: Google Fonts está comprando fuentes a 5.000$ para luego regalarlas en su plataforma. De nuevo es una opción de ganar dinero y cubrir gastos sin tener que pedirle pasta al cliente final. Piénsatelo, es otra opción.
El debate está abierto
Después de todo este análisis aún recuerdo que la conversación en la lista sacó de manera insistente varias cuestiones a la luz: el problema de los precios a la baja, el riesgo de que la estrategia de bajo coste se convierta en pan para hoy pan para mañana, la relación entre precio-valor (o sea, que vender barato es valorar poco tu trabajo), las cuestiones éticas y morales (piratería y demás), etc. Te animo a que participes en los comentarios y podamos seguir la discusión, que en mi opinión es muy interesante.
Yo lo voy a dejar aquí, más que nada porque los las 3:16 de la madrugada del viernes y mañana a las 7 mis hijas me van a sacar de la cama para que les ponga Dora la Exploradora. Intentaré llevarlas a la playa porque el moreno pantalla no me favorece. Gracias por leerme.
Muy buenas, muy interesante todo muchas gracias, pero si únicamente quiero registrar mi fuente para que se sepa que es mía, pero de uso público qué tendría que hacer?
Puede registrarla oficialmente, aunque tiene un coste considerable, no sé si tiene sentido para un proyecto de «uso público»… quizás debería investigar si es posible hacerlo vía blockchain (comparta aquí sus descubrimientos, por favor)