Vuelvo a salirme del guión habitual en el blog para escribir una entrada en la línea de “Los tiempos están cambiando” y esta vez el título está inspirado en la famosa canción de Buffalo Springfield “For What It’s Worth” que empieza con la frase “there’s something happening here”. No lo hago porque este tipo de entradas tengan más éxito ni más visitas sino por vocación de servicio, por intentar hacerte pensar, quién sabe si cambiar el chip. Tengo la sensación cada vez más fuerte de que necesitamos despertar:
Hace poco leí en el Facebook de un amigo, uno de los mejores diseñadores de Valencia y con más proyección a nivel nacional:
«Un cliente llama a mi socio. Se pasan un buen rato hablando. Mi socio le explica el que, el cómo y el por qué se debería hacer una cosa de una u otra manera. Cuelga, se gira y me dice “que como ya sabe el que y cómo, que dice que lo hacen ellos”. Hemos cerrado el estudio y nos hemos ido.»
No creo en las casualidades ni en los hechos aislados; veo conexiones por todas partes (¿no es lo que hacemos los diseñadores, por otro lado?). Lo que les pasó a mis amigos es un síntoma más de que todo esta cambiando. Pero no, no escribo esto para quejarme: sólo sirve —y no siempre— si hay un interlocutor enfrente.
Imagínate que un buen día amaneces en medio de una selva. Es un mundo desconocido para ti, lleno de bichos que te quieren picar o directamente desayunarte; en lugar de quejarte te sugiero que analices el entorno y hagas lo posible por sobrevivir, porque puede que no salgas de ahí nunca o tardes mucho tiempo. No te voy a hablar de emprender ni de reinventarte, dejo eso en manos de los cientos de gurús que pululan por internet: voy a invitarte a mutar, a adaptarte a la situación y a vivirla como lo que es. Nuevas reglas. Nuevo tú.
Te pinto el panorama —la selva— tal y como yo lo veo: la crisis ha hecho desaparecer a muchas empresas; entre las que quedan tenemos las viables y las que están luchando por sobrevivir. Este segundo grupo no tiene acceso al crédito, lo que provoca que en muchos casos decida recortar en diseño o directamente no pague nuestros servicios; las empresas que se animan pueden optar por dos vías, a saber: seguir contando con profesionales como hasta ahora o aprovecharse del desequilibrio entre oferta (creciente, hay cada vez más gente en paro y desesperada) y demanda (menguante, quedan menos clientes y hay menos presupuesto para desarrollo) para sacar adelante sus proyectos a precio de saldo. Tienen varias opciones para hacerlo, a mí se me ocurren éstas:
- apretar hasta el límite a sus proveedores de diseño (los estudios, agencias y freelances) y conseguir precios de risa y plazos de pago largísimos (consiguiendo que el proveedor financie a su cliente),
- convocar concursos públicos con un premio ridículo, juzgados por un aún más ridículo equipo de ignorantes en materia de diseño (crowsourcing se llama el invento; está levantando quejas de todos los colores entre la comunidad del diseño sur-pirenaica; es una evolución del outsourcing que se aprovecha de internet para convocar el talento de muchos para conseguir una meta específica; en otras disciplinas, sobre todo científicas, implica la colaboración de los convocados, pero en nuestro sector es todo lo contrario: los aspirantes se pelean por las migajas),
- hacerlo ellos mismos; hoy por hoy es facilísimo encontrar en la red recursos gráficos que les permiten hacer los encargos más fáciles sin nuestra ayuda: plantillas, esquemas de color, rejillas, tipografías gratuitas y pirateadas, programas que diseñan por nosotros, etc.
- encargar el trabajo al sobrino informático; el intrusismo que sufre nuestra profesión —en esto no somos lo únicos, me viene a la mente el periodismo— se debe a dos factores: a) nuestro trabajo no tiene responsabilidad civil como el de médicos o ingenieros y b) a las facilidades técnicas que tenemos ahora; antes de los ordenadores hacía falta tener auténtica habilidad para ejercer nuestro oficio pero ahora los ordenadores hacen casi todo el trabajo sucio y permiten acceder relativamente rápido a resultados de apariencia profesional; otro asunto es que estén vacíos de contenido, cosa que a muchos no les importa lo más mínimo.
Todo esto nos lleva de manera inevitable a hacernos la pregunta que da título a esta entrada:
¿Qué está pasando?
Opción A (el avestruz): esto es un bache y hay que pasarlo, dentro de un tiempo todo volverá a ser igual. En la analogía de la selva has optado por subirte a un arbol y echarte a dormir esperando volver a despertarte en tu camita. Un felino de gran tamaño se da un banquete a tu salud.
Opción B (el derrotista): se muere la profesión. Te dedicas a otra cosa (lo de hacer muebles artesanales parece que se lleva entre diseñadores). O te limitas a malvivir y a quejarte del gobierno. En la analogía luchas durante un tiempo pero al final abandonas la idea de salir de la selva y te resignas, comes cualquier cosa, pasas frío y al final un gran felino te almuerza crudo y sin anestesia.
Opción C (be water my friend): asumes el cambio, lo aceptas, lo abrazas; ya que vas a pasar un tiempo cumpliendo las nuevas reglas te adaptas y decides pasarlo lo mejor posible. En la analogía buscas refugio, fabricas ropa y herramientas para cazar, cenas tigre una vez a la semana y si tienes suerte encuentras la salida de la selva. A lo mejor decides quedarte, al fin y al cabo no se pagan impuestos. Se corren riesgos, puedes caer enfermo o sufrir un accidente pero si caes lo haces con la satisfacción de haber vivido.
Creo que se me ve el plumero y ya te estás imaginando cuál es mi conclusión, pero te la tengo que explicar:
- esto no es una crisis, es una mutación, una extinción en toda regla; el antiguo modelo ha muerto y no volverá. Si eres dinosaurio más vale que te esfuerces en que te salgan pelo y mamas. Sobre todo deja de poner huevos: cuando algo deja de funcionar debes elegir entre arreglarlo o tirarlo, de modo que si tus clientes no tienen un euro o prefieren gastarse lo poco que tienen en tonterías, sólo veo dos opciones: formarles o abandonarles. Ponte tú a fabricar algo. Cambia de clientes, céntrate en personas y pasa de las PYMEs.
- El diseño nunca estuvo tan vivo ni ha tenido tanta transcendencia, tanto futuro. Es una herramienta clave, una habilidad central para desarrollar cualquier proyecto en el nuevo sistema. Si eres contable o informático o tienes un MBA, un indio o un filipino puede hacer tu trabajo a distancia (entra en Odesk y fliparás). En el peor de los casos un programa o una nueva máquina puede hacer tu trabajo. Estás jodido. Sé lo que estás pensando: el diseño también se puede externalizar, de hecho se está haciendo, ya lo hemos repasado antes. Lo que te aconsejo es que pivotes, que sigas vinculado al diseño pero trabajando de otra forma: en una organización que valore el talento que tienes (cosa difícil pero no imposible) o trabajando para ti.
- Se trata de evolucionar a un estadio en el que el diseño se aplique de otra forma, asumiendo una serie de habilidades que ahora están de moda y que siempre han formado parte de nuestro trabajo: el contar una historia (storytelling), la voluntad de transcender (buscar un sentido a lo que hacemos, mejorar la sociedad) y de servicio (empatía, pensar siempre en el usuario), capacidad de síntesis (sumar y relacionar ingredientes para formar algo nuevo) y de juego (sorprender, hacer reir, ahoa todo el mundo habla de gamificación). Tenemos el perfil que buscan las grandes empresas y el que necesita el nuevo mercado. Sólo tenemos que abandonar la antigua costumbre de hacer encargitos para otros. No hace falta pensar en grande, en esta nueva era también hay sitio para los pequeños; son los dinosaurios los que lo pasan mal cuando impacta un meteorito en el planeta.
En conclusión, mi consejo para los que lo están pasando mal es el siguiente: rompe con lo que has hecho hasta ahora, trabaja para personas en lugar de PYMEs, usa tu empatía para localizar un problema de esas personas y tus habilidad como diseñador para sintetizar un producto que resuelva ese problema; céntrate en algo que sea realmente útil y transcendente porque estamos atravesando una época de gestión de la escasez; esfuérzate por explicar tu producto y por hacer que tu producto explique una historia (vamos que no lo sirvas crudo, y si lo haces aprende de los japoneses), usa el humor tanto como puedas, juega con los sentidos,seduce, diviértete y transmite tu energía a través de la red. Si no te funciona te invito a un filete de tigre poco hecho.
Seguimos el debate en los comentarios, espero tus aportaciones, tu opinión cuenta mucho para mí. También podemos aprovechar para poner ejemplos de casos reales que ya han dado este paso, como Mr. Wonderful.
No habría sabido explicarlo mejor. Cómo se notan las tablas de ‘profe’… Totalmente de acuerdo en que la salida para los Diseñadores (ojo, lo he puesto con mayúsculas) está en su ‘saber hacer’, en las metodologías propias del Diseño que ahora están tan de moda y que gurús varios se las quieren apropiar como si hubiesen inventado la pólvora: Lean StartUp o Design Thinking, por ejemplo. Lo más parecido a lo que día a día hacemos diseñadores industriales y gráficos: ponernos en el lugar del usuario o directamente tener ideas geniales que salen de la ‘caja negra’, prototipar y testar entre la gente (cuando no podemos acceder a un minucioso estudio de mercado ‘testamos’ entre familiares y amigos)… Y tanto tiempo lo hemos estado haciendo para terceros que quizá sea el momento de hacerlo para nosotros mismos, o crear una sociedad entre colegas ‘echaos p’alante’. Mientras tanto las grandes empresas siguen pagando sueldazos a tipos que han hecho ‘masteres’ en cosas varias que ya no sirven, porque como bien dice el artículo, el entorno ha mutado completamente y solo los poseedores de habilidades que tienen que ver con el pensamiento alternativo y la creatividad tienen algo que aportar.
Lo que me fastidia de todo esto es que los diseñadores, los que ya tenemos el software mental preparado, no estamos protagonizando el cambio. Otros se están comiendo nuestro queso…
Brillante, Daniel.
Está claro que no hemos venido a “competir con los chinos”, más bien a ofrecer soluciones personalizadas a necesidades concretas, sin moldes ni guiones, escuchando, pensando y materializando con todo lo que de nuestra creatividad.
Los que tenemos estructuras pequeñas y ya andamos hace tiempo con ésta filosofía, tenemos más margen, pero entiendo que los “dinosaurios” deben pagar nóminas y seguir aumentando sus beneficios a costa de la calidad de sus trabajos, el respeto a su plantilla y el precio de sus productos. Y, tristemente, ésta es la tónica.
Ánimos a todos los valientes que defiendan su integridad ante la ley de la jungla. Quizás tengamos tres ceros menos en el banco, pero disfrutamos con nuestros encargos. Y ésto no tiene precio.
Gracias Gerard, como no podemos competir con Asia debemos empezar a pensar qué podemos hacer que no se pueda externalizar. Ahí está el reto y la dificultad.